News | 24 Noviembre 2025

Descarbonización en energía: cómo transformar lo esencial sin frenar la competitividad

El sector Oil & Gas representa cerca del 55% de las emisiones globales de CO₂, si se incluyen tanto las emisiones directas como las indirectas (alcance 3), según la Agencia Internacional de la Energía (IEA). Esta cifra subraya una paradoja evidente: mientras el mundo avanza hacia una economía baja en carbono, los sectores intensivos en emisiones —los llamados hard to abate— siguen siendo esenciales para el suministro energético, la movilidad, la industria pesada y la economía global en su conjunto.

Transición energética: el rol del Oil & Gas en el rediseño del modelo


La transición energética no supone una ruptura radical con el modelo convencional, sino una transformación sistémica. Las compañías del sector Oil & Gas pueden jugar un papel clave como aceleradores de esta evolución, y no únicamente como sus víctimas inevitables. En los últimos cinco años, hemos visto cómo las grandes compañías energéticas han empezado a diversificar sus carteras, aumentando sus inversiones en energías renovables, biocombustibles avanzados, hidrógeno limpio, captura y almacenamiento de carbono (CCS) e infraestructura de carga de coche eléctrico. Esta diversificación no sólo responde a imperativos regulatorios y climáticos, sino también a una visión estratégica de largo plazo que reconoce que la sostenibilidad será el eje central de la competitividad futura.

Según el informe Energy Transition Investment Trends 2025 de BloombergNEF, las inversiones globales en tecnologías bajas en carbono alcanzaron los 2,2 billones de dólares en 2024, y una proporción creciente de esta inversión provino de empresas tradicionalmente ligadas al petróleo y gas, en línea con sus estrategias de diversificación. Ese mismo año se destinó algo más de 1 billón a inversiones en combustibles fósiles. Esto marca un punto de inflexión: no se trata solo de mitigar el impacto, sino de rediseñar el rol estructural del sector en una economía climáticamente neutra.


Estrategias de descarbonización: de la eficiencia a la disrupción


La hoja de ruta hacia la descarbonización se está construyendo en tres frentes principales:

  • Descarbonización de operaciones (alcance 1 y 2): incluye eficiencia energética, electrificación de procesos y migración a fuentes renovables para el autoconsumo industrial. La AIE estima que llevando a cabo las mejores prácticas, se están logrando reducciones de hasta el 30-50% en emisiones directas en los últimos 10 años. Además, cada vez más compañías están actuando sobre dos de las fuentes más críticas de emisiones en sus operaciones: el metano y la quema rutinaria de gas (flaring). Gracias a mejoras en la detección de fugas y nuevas tecnologías de captura, muchas instalaciones han logrado reducir sus emisiones de metano de forma significativa.

  • Transformación del portafolio energético: cada vez más empresas están sustituyendo o complementando su oferta con biocombustibles de segunda generación (2G), hidrógeno verde y productos derivados de la economía circular. Estas soluciones permiten abordar sectores difíciles de electrificar, como aviación, transporte marítimo o logística pesada.

  • Abordaje de emisiones de alcance 3: la innovación colaborativa con clientes industriales para reducir la intensidad de carbono de sus cadenas de valor es uno de los ejes más prometedores (y complejos). Aquí entran en juego soluciones como el uso de contratos de suministro de energías limpias (PPAs), consultoría de carbono y nuevos modelos de compensación de emisiones (como la reforestación).



El impulso financiero: capital sostenible y criterios ESG en la transición


El cambio real no vendrá únicamente por la vía tecnológica. La transformación del Oil & Gas hacia un modelo bajo en carbono exige también una evolución en la gobernanza corporativa, donde la sostenibilidad forme parte del núcleo estratégico. El número de compañías que integran criterios ESG en la evaluación de proyectos y decisiones de inversión ha crecido un 40% entre 2020 y 2024 (fuente: World Economic Forum – Energy Outlook 2025).

Y junto con la cultura empresarial, la movilización de capital sostenible es fundamental. Los bonos vinculados a  sostenibilidad, préstamos ESG-linked y estructuras financieras híbridas están facilitando la transición. Sólo en 2024, las emisiones de instrumentos de deuda sostenible por parte del sector energético ascendieron a 139.000 millones de dólares, un récord histórico según Climate Bonds Initiative. 


Oportunidades y desafíos: descarbonizar sin desindustrializar


El gran reto para el Oil & Gas es mantener su competitividad y capacidad productiva, mientras reduce de forma radical su huella de carbono. Esto implica operar en un entorno regulatorio incierto, con tensiones geopolíticas, fluctuaciones en la demanda y presión pública creciente. Pero también abre oportunidades para los actores más ágiles y estratégicos.

Europa, por ejemplo, aspira a ser un hub de producción de hidrógeno renovable y captura de carbono. América Latina, con su potencial en energías limpias y biomasa, se perfila como actor clave en biocombustibles sostenibles. Y Oriente Medio comienza a invertir masivamente en diversificación energética, buscando consolidar su liderazgo más allá del crudo.


Liderar la transición desde dentro


La transición energética no será viable sin la implicación activa del sector Oil & Gas. Lejos de representar un obstáculo, este sector tiene la capacidad de ser un vector de transformación profunda si logra reinventarse y redefinir su papel en la economía del mañana. Descarbonizar sin renunciar a la competitividad no es una contradicción, es una decisión estratégica necesaria.

Las compañías que entiendan esto no como una amenaza, sino como una oportunidad estructural, no solo sobrevivirán. Liderarán.

Desde BBVA CIB, trabajamos junto a los líderes del sector energético para convertir los desafíos de la transición en oportunidades de crecimiento, transformación e impacto sostenible.